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Hoy el comienzo de ayuno de Niniveh, tre Hoy el comienzo de ayuno de Niniveh, tres dí­as Lunes, martes y miércoles . Que tengan un bendito y fructí­fero Ayuno. 1.La palabra de Dios fue dirigida a Jonás, hijo de Amittay, en estos términos: 2.«Levántate, vete a Ní­nive, la gran ciudad, y proclama contra ella que su maldad ha subido hasta mí­.» 3.Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de Dios, y bajó a Joppe, donde encontró un barco que salí­a para Tarsis: pagó su pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos de Dios. 4.Pero Dios desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan violenta que el barco amenazaba romperse. 5.Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios; luego echaron al mar la carga del barco para aligerarlo. Jonás, mientras tanto, habí­a bajado al fondo del barco, se habí­a acostado y dormí­a profundamente. 6.El jefe de la tripulación se acercó a él y le dijo: «¿Qué haces aquí­ dormido? !Levántate e invoca a tu Dios! Quizás Dios se preocupe de nosotros y no perezcamos.» 7.Luego se dijeron unos a otros: «Ea, echemos a suertes para saber por culpa de quién nos ha venido este mal.» Echaron a suertes, y la suerte cayó en Jonás. 8.Entonces le dijeron: «Anda, indí­canos tú, por quien nos ha venido este mal, cuál es tu oficio y de dónde vienes, cuál es tu paí­s y de qué pueblo eres.» 9.Les respondió: «Soy hebreo y temo a Dios, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra.» 10.Aquellos hombres temieron mucho y le dijeron: «¿Por qué has hecho esto?» Pues supieron los hombres que iba huyendo lejos de Dios por lo que él habí­a manifestado. 11.Y le preguntaron: «¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se nos calme?» Pues el mar seguí­a encrespándose. 12.Les respondió: «Agarradme y tiradme al mar, y el mar se os calmará, pues sé que es por mi culpa por lo que os ha sobrevenido esta gran borrasca.» 13.Los hombres se pusieron a remar con ánimo de alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el mar seguí­a encrespándose en torno a ellos. 14.Entonces clamaron a Dios, diciendo: «!Ah, Dios, no nos hagas perecer a causa de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente, ya que tú, Dios, has obrado conforme a tu beneplácito!» 15.Y, agarrando a Jonás, le tiraron al mar; y el mar calmó su furia. 16.Y aquellos hombres temieron mucho a Dios; ofrecieron un sacrificio a Dios y le hicieron votos. - JONíS 1 - 1.Dispuso Dios un gran pez que se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres dí­as y tres noches. 2.Jonás oró a Dios su Dios desde el vientre del pez. 3.Dijo: Desde mi angustia clamé a Dios y él me respondió; desde el seno del seol grité, y tú oí­ste mi voz. 4.Me habí­as arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar, una corriente me cercaba: todas tus olas y tus crestas pasaban sobre mí­. 5.Yo dije: !Arrojado estoy de delante de tus ojos! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo Templo? 6.Me envolví­an las aguas hasta el alma, me cercaba el abismo, un alga se enredaba a mi cabeza. 7.A las raí­ces de los montes descendí­, a un paí­s que echó sus cerrojos tras de mí­ para siempre, mas de la fosa tú sacaste mi vida, Dios, Dios mí­o. 8.Cuando mi alma en mí­ desfallecí­a me acordé de Dios, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo. 9.Los que veneran vanos í­dolos su propia gracia abandonan. 10.Mas yo con voz de acción de gracias te ofreceré sacrificios, los votos que hice cumpliré. !De Dios la salvación! 11.Y Dios dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra. - JONíS 2 - 1.Por segunda vez fue dirigida la palabra de Dios a Jonás en estos términos: 2.«Levántate, vete a Ní­nive, la gran ciudad y proclama el mensaje que yo te diga.» 3.Jonás se levantó y fue a Ní­nive conforme a la palabra de Dios. Ní­nive era una ciudad grandí­sima, de un recorrido de tres dí­as. 4.Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e hizo un dí­a de camino proclamando: «Dentro de cuarenta dí­as Ní­nive será destruida.» 5.Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal desde el mayor al menor. 6.La palabra llegó hasta el rey de Ní­nive, que se levantó de su trono, se quitó su manto, se cubrió de sayal y se sentó en la ceniza. 7.Luego mandó pregonar y decir en Ní­nive: «Por mandato del rey y de sus grandes, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado ni pasten ni beban agua. 8.Que se cubran de sayal y clamen a Dios con fuerza; que cada uno se convierta de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos. 9.!Quién sabe! Quizás vuelva Dios y se arrepienta, se vuelva del ardor de su cólera, y no perezcamos.» 10.Vio Dios lo que hací­an, cómo se convirtieron de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal que habí­a determinado hacerles, y no lo hizo. - JONíS 3 - 1.Jonás, se disgustó mucho por esto y se irritó; 2.y oró a Dios diciendo: «!Ah, Dios!, ¿no es esto lo que yo decí­a cuando estaba todaví­a en mi tierra? Fue por eso por lo que me apresuré a huir a Tarsis. Porque bien sabí­a yo que tú eres un Dios clemente y misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del mal. 3.Y ahora, Dios, te suplico que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.» 4.Mas Dios dijo: «¿Te parece bien irritarte?» 5.Salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la ciudad; allí­ se hizo una cabaña bajo la cual se sentó a la sombra, hasta ver qué sucedí­a en la ciudad. 6.Entonces Dios Dios dispuso una planta de ricino que creciese por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y librarle así­ de su mal. Jonás se puso muy contento por aquel ricino. 7.Pero al dí­a siguiente, al rayar el alba, Dios mandó a un gusano, y el gusano picó al ricino, que se secó. 8.Y al salir el sol, mandó Dios un sofocante viento solano. El sol hirió la cabeza de Jonás, y éste se desvaneció; se deseó la muerte y dijo: «!Mejor me es la muerte que la vida!» 9.Entonces Dios dijo a Jonás: «¿Te parece bien irritarte por ese ricino?» Respondió: «!Sí­, me parece bien irritarme hasta la muerte!» 10.Y Dios dijo: «Tu tienes lástima de un ricino por el que nada te fatigaste, que no hiciste tú crecer, que en el término de una noche fue y en el término de una noche feneció. 11.¿Y no voy a tener lástima yo de Ní­nive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y una gran cantidad de animales?» - JONíS 4 -

 

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